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AMFAv "DESPACHO" (JMS)



¿CÓMO ESTÁN USTEDES? MUY TRISTES, MILIKI.



                    
             Dicen que a medida que nos hacemos mayores vamos llenando un espacio más pequeño, pero hay hombres para los que eso no cuenta. Son los que han acostumbrado sus ojos al horizonte y lo que es más importante, han conseguido que los demás recuerden su presencia con añoranza. Emilio Aragón, MILIKI, es sin duda uno de ellos.

                   Su apariencia de sonriente placidez cuyas amables maneras hacían olvidar que era una máquina creadora, siempre con nuevas ideas danzando sobre su nariz roja, en los últimos tiempos lo hacían pasar desapercibido a primera vista. Porque en ésta época de cambalache donde la horterada más zafia puede batir récords de audiencia, encontrar artistas que hicieron del humor blanco un arte nos pilla un poco descolocados. Valdrá esta breve crónica de unas conversaciones que mantuvimos por los alrededores de 1992, con destino a recrear la historia de su saga familiar en mi libro Los Ojos del Paraíso, para descubrir los desconocidos registros de un gran artista, descendiente de una amazona sueca y un seminarista español, a cuyo recuerdo me sumo con este pequeño homenaje.


Con su hijo Emilio en 1996


EL CIRCO, ESA ALEGRÍA QUE PASA

Publicado en Gaudí y Más. Noviembre de 2012



                           Corría 1850 en Suecia cuando un miembro de la familia real Bernadotte, gran aficionado a los caballos, tuvo la idea de organizar un circo junto al instructor jefe de caballería de palacio, Fourreaux, en el que desplegaron toda la rama del arte ecuestre; alta doma, caballos en libertad, etc.

                          Tras el éxito y la admiración que despertó el espectáculo, al circo le surgió la oportunidad de recorrer todo el continente, de puerto en puerto, levantando la expectación y el asombro con su escenario conseguido al unir como carpa para sus actuaciones, las cubiertas de los dos barcos que lo transportaban. Las publicaciones de la época guardan las crónicas del original circo Fourreaux.

                          Durante la gira por España, al llegar a Granada la compañía una hija del director Fourreaux, Virginia, que ofrecía un número de acrobacia hípica atrajo la atención de un miembro de la burguesía granadina, el seminarista Gabriel Aragón Gómez, que impresionado por el talento y la belleza de la joven colgó los hábitos y se enroló en el circo como mozo de pista. Pero la bella Virginia no se fijaba en él, y para conquistarla, se lanzó al mundo del circo como payaso con el nombre de El Gran Pepino, haciéndose famoso y creando la escuela de payasos musicales. Consiguió enamorar a la bella ecuyère, se casó con ella y tuvieron quince hijos, de los que la mayoría acabarían dedicándose al circo. De esa tercera generación salieron los famosos Pompoff, Teddy y Emig, que junto a otros miembros de la familia se dieron a conocer por toda Europa, y en América como Spain’s Royal Family Comedy.



Su abuela Virginia Fourreaux


Su abuelo Gabriel Aragón Gómez

                  
                                                           Emig se casó con Rocío Bermúdez la dueña del circo español Alegría, bailarina y acróbata a caballo, y fueron los padres de ésta cuarta generación que nos impactó en los años setenta con el programa televisivo infantil Había una vez un circo. Gaby, Fofó y Miliki formaron un espectáculo infantil que muchos adultos nunca se perdían y los hijos de Miliki,  Emilio Aragón jr. y Rita Irasema, siguieron la tradición con el Circo del Arte, quinta generación en nuestro país de esta familia cirsense.

                          Sirva lo anterior para conocer mejor a Emilio Aragón, Miliki, un artista que ha paseado el mundo con sus espectáculos viviéndolo sobre ruedas en caravana o ferrocarril. 

                   Me puse en contacto con él por su calidad de artista y empresario itinerante, ya que el libro que escribía entonces trataba de viajes a bordo de una caravana. El capítulo final contenía una breve historia del càmping y un apartado donde una serie de personajes conocidos contaban su experiencia en ese tipo de turismo. Para sorpresa mía, Miliki empezó por contarme que a pesar de que toda su vida la había pasado en caravanas que eran durante el día su camerino, lugar de reunión y vida con la familía y los amigos, él había  sido un cirquero que generalmente dormía en hoteles o apartamentos.



Theddy, Emig y Pompoff



Como los Spain's Royal Family Comedy.


        
                                                         Aunque en su haber tenía muchos tipos de espectáculos, su renovación del mundo de la fantasía infantil fue arrolladora. Consistió en incorporarlo a las nuevas realidades de nuestro tiempo, principalmente la televisión y ésto le llevaba a pasar largas temporadas grabando en un mismo estudio y actuando en teatros estables.

                  La experiencia viajera  que me llevó a entrevistarlo se remontaba a los catorce años que vivió en Cuba con sus hermanos y sus respectivas famílias. De ellos, cuatro meses de cada doce los pasaron recorriendo la isla en ruta, montados, como la inolvidable película de Walt Disney, DUMBO,  en un ferrocarril que anunciaba en sus vagones el nombre de CIRCO NACIONAL DE CUBA, EL CIRCO DE GABY, FOFÓ Y MILIKI.

                    La familia llegó a la isla con un contrato por cuatro meses y allí vivió Miliki los años más decisivos de su vida, por su juventud – dieciséis años a su llegada-, su conocimiento y boda con la que sería su compañera de vida, Rita Violeta Álvarez, y el nacimiento de sus cuatro hijos, Rita, Pilar, Emilio y Amparo. A lo que hay que añadir el descubrimiento de tantas gentes, paisajes y experiencias.



El pequeño Emilio Aragón

  
A los 18 años actuando con sus hermanos en el cabaré Tropicana, La Habana


                                                                   A cada momento, con cada expresión, los catorce años pasados en Cuba afloraban en la conversación, le habían quedado muy grabados marcándole los sentimientos con una huella intensa, ya que según contó: impactaron hasta las capas más profundas de mi piel. Convirtieron su regreso a la isla en una asignatura por resolver, algo que tanto él como las gentes que esperaron la vuelta de sus actuaciones año tras año sabían que un día habría de producirse: -No me alcanzaría con otra vida para expresar mi intenso amor por aquella isla y tantos amigos cuyo recuerdo ha sido irremplazable- recordaba entonces.

                     En aquella tierra Miliki vivió el fragor de una Cuba en la que conoció un asalto y dos golpes de Estado, unas elecciones y cuatro presidentes, caldo de cultivo en ebullición de las ideas que los años siguientes sacudirían el mundo, desde Vietnam a Nicaragua. Fidel Castro caía preso después del asalto al cuartel de Moncada defendiéndose, como abogado que era, con el discurso conocido por La Historia me absolverá. La rueda de los acontecimientos corría imparable y el artista fue un observador privilegiado, pero ni en sus memorias ni en las dos conversaciones que mantuvimos, afloraron en ningún momento sus opiniones políticas. Sin duda las tení,a pero había elegido buscar la sonrisa del mundo o quizá opinase que su mejor criterio público estaba en compartir la alegría de la vida.

                       Volviendo al tren, a sus años en ruta, recordaba cómo estaba distribuido el convoy con vagones separados para solteros y casados. Uno hacía las veces de restaurante, otro de taquillas y publicidad, en otros se transportaban los elementos delicados de la tramoya, así hasta llegar al directorio del convoy; un vagón en el que un decorador cubano había diseñado tres apartamentos independientes, uno para cada uno de los hermanos con sus familias. El resto de los elementos del circo, la carpa, los animales, viajaban por carretera. A veces llegaban a lugares en los que cambiaba el ancho de las vías, como en la provincia de Oriente, y se veían obligados a dejar el tren parado, siguiendo ellos también el camino en los camiones. Imprevistos de la vida bohemia.


A la izquierda, con sus compañeros de los inicios de la televisión en Cuba.
Junto a ellos el compositor Ernesto Lecuona.1949

Gaby, Fofó y Miliki con Carmen Amaya y sus hermanas en La Habana.1947 

           

                                                     Con la alegría derramándose por toda Cuba como si se hubiese roto una cañería, aquel tren cubría entero el mapa con forma de caimán, desde el morro a la cola, empezando por San Antonio y terminando en Maisí. -Viendo amanecer cada día en un lugar distinto. Era maravilloso.

                       De  lunes a jueves paraban en los ingenios azucareras de las diferentes localidades menores, como Jaronú o Comagua, donde los administradores les procuraban una locomotora diesel para instalarlos en el interior de las propiedades, facilitando así el acceso de los trabajadores al espectáculo. En época de zafra -el corte de la caña-, para alejarlos del humo de las chimeneas los instalaban en los parajes más bellos, en las playas más paridisíacas.
 
                       Mientras montaban la carpa, los alrededores se poblaban de curiosos que observaban el levantamiento de los mástiles cubiertos poco después por la lona, hasta formar la mágica pirámide del circo. Desde su observatorio en el vagón-caravana, Miliki y sus hermanos controlaban tanto el despliegue como el arriado de aquellas velas de ilusión seguidos por los ojos maravillados de niños y mayores. Comidas de hermandad en el coche-comedor. Recuerdos de una tradición llena de romanticismo y riesgo que ha marcado de forma indeleble nuestra imaginación infantil. Como la anécdota que recogí, por partida doble, de un cubano en Varadero y escrita por el mismo Miliki.


Con Buster Keaton en 1963

Con el boxeador Urtain y los futbolistas del At. de Madrid, Reina y
Adelardo. 1973.


                       Varadero. Junio de 1986.

                       Sentados en una sombreada plaza un grupo de españoles escondíamos nuestros cuerpos del calor saboreando unos helados de café y chocolate, aprovechando para entablar conversación con unos naturales. Los de allí solicitando información sobre España, contestaciones a muchas preguntas que ya empezaban a formularse entonces, cuando la luna de miel revolucionaria empezaba a diluirse. Los de aquí enterándonos de primera mano de cuáles eran los problemas reales de la isla y comprando puros a un treintañero cuyo rostro era un escaparate con todos los tonos y razas  fusionadas en Cuba.

                       - De Vds. nos llegan cosas de televisión - nos dijo el hombre de ámbar y arena-. Nos gustó mucho la serie sobre el pintor Goya, con un actor que se llama Enric Majó, que mi mujer estaba loquita por él. Oigan, me han dicho que estaban en España los payasos Gaby, Fofó y Miliki. ¿Qué si los conocemos aquí?. Pero si aquí estuvieron un montón de años, cuando comenzó la televisión, cómo no vamos a acordarnos de ellos. Se fueron después de la Revolución.

                        Yo los vi de niño dos veces en persona, cuando corrían la isla con el tren. Y una vez pararon el tren junto un campo de béisbol donde trabajaba mi padre y él me había llevado muy tempranico, para que viese los animales antes de que se fueran, ¿tú sabes?  y se escapó una pantera negra, y se escondió bajo la grada, y yo, muertico de miedo, agarraíco a la mano de mi madre, vi como con un palo y un trozo de carne amarrada, la metieron en una trampa. ¡Tremendo susto, viejo!



Con el gran Charlie Rivel, en el Palacio de Deportes de Madrid. 1974

Con su esposa, Rita

                                                    
                                                   Años después de la entrevista,  leyendo un libro de Miliki encontré reproducida la anécdota con un giro sorprendente:
               
                     “ Un viejo cortador de caña, después de haber presenciado la actuación de la noche y de tomarse unos tragos de ron, se acostó a dormir bajo la gradería del campo de béisbol donde estaba montada la carpa. Sentía frío y aquél le pareció un buen sitio para pasar la noche. Pero no solo él reparó en el acogedor lugar. “Un perro negro”, (así identificó al animal), también debió notar el fresco y se había metido en el mismo nido para dormir. Frío el uno, frío el otro, los dos seres se acurrucaron juntos y así pasaron la noche”.

                       Al día siguiente cuando se dirigía a cortar caña, aquel mismo operario avisó a Miliki de que estuvieran atentos, no fuese que al arrancar el tren y los camiones se olvidaran al perro negro que seguía acurrucado en el improvisado dormitorio.

                       La maquinaria humana se puso en movimiento para rescatar a la reina de las panteras del circo, SUSSY, y conducirla sin tropiezos hasta su jaula.

             
    

Dos imágenes de los tres hermanos con Fofito, hijo de Fofó
                  
       
                                                 Por el año que lo entrevisté, Miliki vivía a 30 kilómetros de Madrid en pleno campo. Rodeado de música: -Me gusta toda, empezando por Bach y Mózart, que me vuelven loco, y nuestros clásicos, claro, Albéniz y Granados. Toda, también rock, incluso llego hasta el heavy, aunque con algunas reticencias, pero llego. Ahí me paro». Rodeado de lecturas: «La novela sobre todo. El cubano Cabrera Infante, por supuesto. Ahora he acabado la historia de un padre y un hijo que doblan el Cabo de Hornos en un pequeño velero, se llama MI VIEJO Y EL MAR.

                    La fabulación en todos sus géneros le atraía, siempre que no incidiera pesada y empalagosamente en esos actos íntimos de los que Lord Chesterfield definió que: -...la posición es ridícula, el placer momentáneo y el gasto de energía condenable...

                        Me resultó curioso enterarme de que Miliki, el payaso que alternaba la nariz roja y los divertidos sombreros con el frac, estudió piano. Y que el acordeón que ha sido su marca de fábrica lo ganó en una apuesta con su hermano Gaby, al atreverse a torear un novillo en la plaza de toros de Caracas.  No sólo lo lidió sino que lo mató limpiamente de una estocada. O que Gaby, que estudió la cerrera de violín a su pesar, el mismo día que consiguió el título metió el instrumento en su funda y no lo volvió a tocar, prefiriendo el saxo con que todos lo recordamos.


El Gran Circo Nacional de Cuba en la actualidad

Miliki con dos de sus nietos

               
                                                        Miliki fue un adelantado. Payaso inaugural de la primera televisión en castellano, la de Cuba, firmó su primer contrato para la pequeña pantalla en 1949, algo que según me dijo se debió al azar. Estaba actuando en Puerto Rico con sus hermanos cuando recibieron dos propuestas igual de tentadoras, una para actuar en Los Ángeles y otra para colaborar en la creación del primer canal de televisión en castellano, en La Habana. Ambos proyectos eran fascinantes, ¿por cuál decidirse? 

   Los tres jóvenes tomaron una moneda de plata portorriqueña y la lanzaron a cara o cruz. Ganó la televisión y con ella el descubrimiento de un mundo mágico que los fascinó. Para Miliki todo era nuevo y él, un creador, disfrutó como nuca en un medio en el que todo estaba por inventar, en el que las ideas originales precisaban para su puesta en escena de continuos ejercicios de ingenio y improvisación a los que poder imprimir la marca del entusiasmo. 


Miliki hizo un papel en la primera película dirigida por su hijo Emilio, 


Imagen de los distinguidos con la Medalla de Oro a las Bellas Artes


Miliki en la presentación de su Circo del Arte

  
                                                             Se fue con un contrato de cuatro meses y en total fueron 27 años en América, de los cuáles 14 los pasó en Cuba y el resto repartido entre Puerto Rico, Centroamérica, Venezuela, México y en especial Estados Unidos. Allí trató a Buster Keaton y Harpo Marx y compartió aventura americana con Cantinflas cuando ya la saga familiar de los Aragón había entrado en las enciclopedias. Porque si en USA los circos Barnum y Ringling fueron las figuras míticas a finales del siglo pasado, antes, en Europa, ya la dinastía Aragón-Fourreaux significaba mucho para la historia del circo mundial.

     Sin olvidar sus coloridas actuaciones en Canadá, país en el que vivió una enloquecida aventura con los arquitectos que iban a poner en marcha las instalaciones para las Olimpiadas de Montreal.

                      ¿Se imaginan un congreso de mil cien arquitectos pasados de whisky esperando en un local la actuación de seis stript girls? ¿Y tienen idea de la reacción de ese mismo público, cuando por una mala programación, en lugar de la más famosa de las seis strippers aparecieron nuestros cómicos? Mientras me contaba el episodio, en la memoria de Miliki emergía toda la angustia que pasaron los artistas enfrentados con el motín de todos los asistentes. Bueno, de todos no.

                      Ajeno a la orgía gritona de «girls, girls», «meat, meat», un caballero de la 1ª fila les hacía gestos de pesar con las manos, moviendo la cabeza con los ojos cerrados, gestos que Miliki identificó como de comprensión hacia ellos. Se acercó a darle las gracias al caballero por su solidaridad, creyendo haber encontrado dentro de aquel maremagnum una partícula de cordura, cuando el espectador desde su sopor, le contestó: -Vale, vale, todo muy bien, pero tú ¿cuándo te quitas los pantalones?








Tres instantáneas de Miliki con su familia con motivo de diversos premios
que le fueron concedidos.


                                                      Hace unos días nos dejó Miliki, este querido artista llamado Emilio Aragón Bermúdez, nacido en la sevillana Carmona en 1929, siendo uno de los renovadores del circo mundial y tras desarrollar en sus últimos tiempos una interesante faceta de escritor y actor.  Cuando lo entrevisté hace veinte años me interesé en el porqué, después de haber sido todo en el medio artístico y sin necesidad de demostrar nada a nadie, había decidido de nuevo poner en pie la idea apasionada del espectáculo rodante a la antigua, con un pequeño CIRCO DEL ARTE. 

                           Al preguntarle qué llevaba a un hombre a jugarse sus ahorros en una aventura que lo devolvía a la vida del cómico de la legua, me contestó que él no valía para estar inactivo, le gustaba cansarse y además deseaba que los niños de estos años pudiesen recordar el humor limpio que él había heredado de su familia y que había conseguido transmitir a sus hijos. 

                  Se ha ido Miliki pero no así sus canciones, verdaderos hits imperecederos que medio siglo más tarde cualquier pequeño aprende a tararear antes de hablar. ¿Una constante en su vida? "Cuba, siempre Cuba, el pasear junto al mar, el olor de la fruta en plenitud, la Cuba de mi juventud con su belleza y sus cosas sencillas, con su buena gente, ..."


Ana Mª Ferrin


(*) El currículum de Emilio Aragón, MILIKI, aparte de los innumerables espectáculos circenses que ha presentado e intervenido, contiene 9 programas de televisión, 6  libros, 12 películas como actor y 3 realizadas por él,  18 video clips y más de una docena de premios, entre ellos 2 Grammy, discos de oro, platino y superplatino. Había cursado estudios de armonía y composición y fue solista de flauta en la Orquesta Filarmónica de La Habana.

Este capítulo forma parte de mi libro de relatos, LOS OJOS DEL PARAÍSO. Huerga y Fierro, 1998.

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