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AMFAv "DESPACHO" (JMS)



ORRIUS. UN PUEBLO DE LA COMARCA DEL MARESME CARACTERIZADO POR LA ARQUEOLOGÍA Y LA COCINA



Bien por el amigo Santi, de Òrrius, quien gentilmente abandona su convalecencia para conducir a la autora más allá de la ermita de Sant Bartomeu de Cabanyes, por entre el jeroglífico de términos municipales mezcla de Òrrius, La Roca y Sant Genís, en los que lo real, lo tangible, son siete tumbas de “fossar” megalíticas perfectamente ordenadas, metros más allá del Dolmen de Can Toni.
 
Tumba de fossar
                     EN LA SIERRA LITORAL BARCELONESA

Publicado en Sant Andreu Express. Julio de 1986

              Hemos seguido un camino complicado. Mucho más fácil resulta el acceso desde Sant Genís de Vilassar, que es a donde pertenecen los monumentos. Además, tomando este otro recorrido más recto, podremos contemplar un castillo bien conservado del siglo XIV y el Museo, sin olvidar la curiosa colección de moluscos de El Cau del Cargol (*). Pero el señalar el primer recorrido no ha sido un despiste. Tenía  interés en obsequiar al lector con una sencilla y económica receta de pescado con que me sorprendieron ese día en Òrrius, muy cerca de las ruinas del castillo y del poblado ibérico, en la colina del Céllecs.

                               Así que, aprovechando que hoy todavía seguimos vivos después de lo de Chernobil, las elecciones y los Mundiales de Fútbol, vamos a regalarnos con unos berats a l’estil del Maresme.

            Se cortan los berats (o caballas) en canal por el lomo, depositándolos abiertos con la piel hacia abajo sobre una fuente. Añadiremos orégano, ajo y perejil muy trinchados, pimienta negra, sal y aceite. Finalmente rociaremos de manera abundante buen vinagre por todo el pescado, dejándolo reposar un mínimo de dos horas en el frigorífico y a continuación los pondremos a escurrir sobre un paño. Para asarlos es aconsejable espolvorearlos de harina por ambos lados y utilizar a fuego lento una plancha ligeramente aceitada.

            Este pescado, a pesar de ser uno de los más asequibles (unas cien pesetas el kilo), presume de afrodisíaco, pero aquí entre nosotros, no existe mejor afrodisíaco que una mesa acogedora y una buena compañía, ante esto, el más exquisito manjar pierde su protagonismo. Pero si aunamos felizmente las dos cosas, y encima las regamos con un buen caldo de nuestras viñas, quedaremos en situación de ganar todas las batallas.

            Bien lo decían los chinos del siglo XII, que ya sabemos tenían una salida para cualquier situación:

             Primero el corazón de las gentes, después el estómago. Sólo en último lugar, las armas.

(*) Nido del caracol

Ana Mª Ferrin

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